Si mi maleta de agosto fuese una playlist

En Purcuapà Magazine creemos que hay veranos que no se cuentan con fechas, sino con canciones. Que un outfit puede ser una melodía, y que la ropa también guarda memoria de los días.

Este agosto lo empaqué así: con cinco canciones dobladas entre prendas ligeras, como quien mete una carta en el bolsillo de un abrigo para encontrarla meses después. No eran sólo canciones, eran instrucciones de uso para cada día: qué sentir, cómo caminar, cuándo parar.

Cinco temas, cinco looks, un mes entero en el que la ropa y la música viajaron juntas.

Lo que cabe en una maleta

Nunca he sabido viajar ligera. No porque lleve demasiadas cosas, sino porque siempre meto más de lo que sé que voy a usar. 

Es mi manera de tener opciones, de sentir que puedo cambiar de personaje según lo que pida el día.

En el fondo de la maleta, junto a un par de libros y una libreta, siempre guardo unos auriculares. Este año, antes de salir, preparé una playlist para agosto. La llamé “Maleta de agosto”.

Y así fue como cada prenda y cada canción acabaron uniéndose como si estuvieran hechas la una para la otra.

August – Taylor Swift

El día que me puse la falda larga blanca y la blusa amarilla vaporosa, el calor todavía no era insoportable. Llevaba un pañuelo en el pelo y unos mary janes granate que sonaban distinto sobre las baldosas húmedas.

August no es una canción alegre, pero tampoco es triste del todo. 

Es ese punto medio donde sabes que algo bonito se acaba, pero aún no ha terminado.

Mientras caminaba junto al mar, sentía que el viento me recogía la blusa como si quisiera guardarme un poco de aire para septiembre. La canción sonaba en mis auriculares, y yo me preguntaba si vestir no será también una forma de decirle al día: “sé que te vas, pero no te olvides de mí”.

Spanish Girl – Julio Iglesias

Este look pedía calor. No de temperatura, sino de gente, de sobremesa larga, de piel que se dora al sol.

Falda de flores, tirantes rojos, tacones a juego, flor encendida en el pelo. El acento cálido del Mediterráneo convertido en ropa.

Con Spanish Girl de fondo, las terrazas parecían latir al mismo ritmo. Un camarero dejaba una copa de vino sobre la mesa, alguien tarareaba el estribillo en la mesa de al lado, y el aire tenía ese punto salado que sólo existe en agosto.

Y por un momento, todo el verano cupo en una copa de sangría.

Unwritten – Natasha Bedingfield

Hay mañanas en las que salir de casa es empezar a escribir un capítulo nuevo.

Llevaba la falda corta de volantes beige, una camiseta blanca y un pañuelo en la cintura que se movía con cada paso. Unwritten es la canción que pongo cuando no quiero decidir de antemano qué va a pasar.

Unwritten es el caos perfecto que hay en las horas de un día de agosto. El café que tomas después de comer “sólo un rato” y que se queda contigo hasta que la luz se vuelve dorada. La conversación que crece, el cambio de mesa, las risas que ya suenan distintas cuando traen la primera cerveza. Y, sin darte cuenta, son las diez de la noche y la terraza es tu salón.

Es curioso cómo un look puede recordarte que la libertad también está en no tener nada escrito.

That’s So True – Gracie

Bermuda beige, camisa blanca, collar de colores, capazo y samba amarillas. El uniforme perfecto para un día que empieza sin alarma.

That’s So True suena como una charla improvisada en una terraza junto al mar, con risas que se mezclan con el ruido de las olas. Una canción ligera, con un punto irónico, que te recuerda que no todo hay que tomárselo tan en serio.

El tipo de outfit y de música que hace que agosto se sienta infinito, aunque sólo dure un día más.

Bed Chem – Sabrina Carpenter

La noche más intensa del verano pedía leopardo, brillantes, tacones flor y un martini frío.

Bed Chem sonaba como un secreto al oído. No gritaba, pero lo decía todo: la cadencia de una mirada que dura un segundo más de lo normal, una mano que roza la tuya sin querer, el calor suave en la nuca cuando alguien se inclina para hablarte.

En la calle, las luces de neón parecían seguirnos. Dentro, la música subía y bajaba como las olas de agosto. No importaba el lugar, sino el instante preciso en que supe que esa noche no iba a repetirse. Y que, tal vez por eso, iba a recordarla para siempre.

Vestir como quien elige canción

Agosto se terminará, como siempre, demasiado pronto. 


La maleta volverá a cerrarse, pero dentro quedarán los pliegues de cada falda, el olor de los sitios en los que me quedé más de lo previsto y la certeza de que la música y la ropa hablan el mismo idioma.

Porque vestir no es sólo ponerse algo encima. 

Es elegir la melodía que quieres que te acompañe, la energía que vas a llevar en los hombros, la historia que estás dispuesta a contar ese día.

Y mi agosto —este agosto— sonará siempre a estas cinco canciones, aunque las escuche en pleno invierno, aunque ya las haya escuchado en otoño.


- Un artículo de Andrea Hernández - 



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