Puede pasar.
Amas tu casa, la decoración que has puesto con tanto mimo. Limpiarla. Que sea inteligente.
"Estás en al lado de la ventanilla de emergencia y es mi obligación explicarte cómo se abre." No consigo acordarme de la palabra clave que ha de decir la tripulación de cabina para saber que es una emergencia y he de abrir. Mi cerebro ha borrado la palabra.
Porque yo lo que quería era silencio. Una casa a la que no llegue nadie ni de la que se vaya nadie porque el sonido de la puerta me desvelaba por horas.
Y no te puedes dormir cuando tienes miedo a que te despierten.
Puedes decidir que pase lo que pase vas a agarrar un avión y vas a llegar a un sitio donde brille el sol y haya silencio.
Una persona sin sol hace lo que sea para que le moleste en los ojos. Esos son los recuerdos de los que tira cuando todo está gris.
Puede pasar que te vayas sin billete de vuelta. Es decir: ya se verá, ya saldré de esta, ya encontraré la solución.
No tengo que saberlo todo ahora. Ahora me vale con irme para que no suene la puerta.
Pero el problema de irse es volver.
Lo más importante es tener salud. Tener la cabeza donde sabe operar y un cuerpo que acompañe.
Dicen que ya les van a entregar sus casas, que celebran fiestas sorpresa. Yo sólo quiero poderme concentrar. Saber cuál es el siguiente paso, como siempre lo supe antes de venir a Bélgica.
No pasa nada si lo único que sabes es que has de dar un paso en claro, aunque todos los demás hayan sido en falso.
No pasa nada si te llegan voces o personas que parecen cuchillos afilados cortando el viento por el que pasas.
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