Jugar al Juego de Tronos, donde ganas o mueres; ir en busca de la verdad, que está ahí fuera (como nos enseñó Expediente X); adentrarse en los secretos del Upper East Side, lanzar hechizos cual bruja adolescente… El viaje que os propongo hoy es hacia aquellas series que más huella han dejado en mi memoria; pero, sobre todo, con la intención de que os asoméis a la vuestra.
Recuerdo la armadura verde de Shiryū, el caballero del Dragón, y devorar sándwiches de queso al salir del cole.
Las meriendas con mis amigas de preescolar viendo Los Caballeros del Zodiaco evocan una parte de mi huracanada infancia, la de esa niña-vampira curiosa y alocada que todavía me habita fuerte.
Desde aquel primer crush televisivo hasta el último -Don Pedro Pascal, por supuesto- han pasado varias décadas, pero la memoria siempre recuerda el camino. Y estas son las series que más lo han marcado. No defiendo (en absoluto) que sean las mejores -obras maestras como Los Soprano, Breaking Bad, Succession o The Wire se revolverían viendo este ránking-; pero sí las que me definen.
6-Friends / This is us
Rachel, Joey, Chandler, Phoebe, Mónica y Ross revolucionaron la Historia de la televisión desde sus concurridísimos apartamentos compartidos, escenarios principales -con permiso del Central Perk- de una comedia magistral. La energía de Friends logró atravesar la pantalla y que sus entrañables personajes se convirtieran en parte de nuestras vidas, acompañándonos durante diez temporadas con sus historias hilarantes y haciéndonos sentir que los conocíamos desde siempre. En mi caso, ese vínculo se intensificó porque volví a ver la serie entera durante el embarazo, y todavía recuerdo aquellos primeros aleteos emocionantes al ritmo de I´ll be there for you.
También durante el embarazo (y un poquito Más-Allá, durante el posparto) terminé de ver This is us, una experiencia nada recomendable porque la familia Pearson -¿en serio existen padres como Jack?- sabe cómo arañarte el corazón de mil formas diferentes en cada capítulo (incluso cuando eres una tipa durísima que se suele aguantar las ganas de llorar). Y, sin embargo, volvería a repetir la experiencia kamikaze. Y a aprenderme de memoria la receta del Doctor K:
“Tomaste el limón más amargo que la vida te ofrecía y se convirtió en algo parecido a una limonada”.
5-Embrujadas / Chilling adventures of Sabrina
El poder de tres regía el Destino de las hermanas Halliwell como hoy rige el de Purcuapà Magazine. Y, como en Embrujadas, eso es sinónimo de magia a quemarropa. Estamos de acuerdo en que nadie la elegiría como una serie memorable; pero es que a mí me terminó de convencer de que era bruja. Y ese, queridos lectores, es un momento trascendental en la vida de una adolescente.
Además, demuestra que, como dijo Laura Weissmahr en los Goya, “tus amigas [y, sobre todo, tus hermanas] son más listas que tus demonios”.
En esta categoría, mi alma gótica me pide al menos otro bonus track, el de Chilling Adventures of Sabrina. La última adaptación de las mágicas y demoniacas aventuras de Sabrina Spellman, basadas en el personaje de Archie Comics, es la más oscura, impía e ingeniosa (y mi favorita). Mitad bruja, mitad mortal, la poderosísima Sabrina coquetea con su lado oscuro -es hija del mismísimo Lucifer- y muestra un talento descomunal para lanzar hechizos... y meterse en líos.
A mí, tanto desmadre mágico me representa en la vida.
Y ojo al hipnótico cuarteto preppy-gótico que forma junto a las hermanas fatídicas.
4-Expediente X
Tenía 9 años cuando escuché por primera vez que la verdad está ahí fuera -muchas veces asomada entre las manos, entre fascinada y aterrada-, y desde entonces no he dejado de mirar al cielo con otros ojos. Los carismáticos agentes del FBI Fox Mulder y Dana Scully inspiraron a toda una generación de niños noventeros con su quimérica búsqueda, amenazados por todo tipo de conspiraciones políticas y fuerzas oscuras, y con una química sobrenatural.
Los niños de entonces no jugábamos a ser influencers: queríamos ser Mulder y Scully, adentrarnos en lo oculto, encontrar esa verdad que se nos sigue escurriendo entre los dedos.
4, 8, 15, 16, 23, 42. Los números de la (mala) suerte de Perdidos se convirtieron en una especie de código para identificar a todos los que, durante seis temporadas, vivimos atrapados en la isla más enigmática de este mundo (¿lo era?). Aquella críptica historia sobre los míticos supervivientes del vuelo 815 de Oceanic Airlines -Sawyer, Jack, Kate y compañía- fue, en realidad, un viaje iniciático plagado de misterios que no fueron del todo resueltos: la iniciativa Dharma, osos polares en una isla del Pacífico, el humo negro, la escotilla… Aunque, en realidad, poco importó: su decepcionante final no cambia el hecho de que fuera la serie más adictiva de todos los tiempos.
Algunos, todavía, buscamos nuestra Constante.
2-Gossip Girl
En realidad, la trama principal de Gossip Girl, desvelar la identidad de la misteriosa voz que publicaba los secretos más excitantes de la élite adolescente neoyorquina, fue devorada por los dos personajes más magnéticos de la serie. “Tres palabras. Ocho letras. Dilo y soy tuya”.
Hasta las reinas del Upper East Side han visto cómo se tambaleaban sus coronas por un amor como el de Blair Waldorf y Chuck Bass: “complicado, intenso, que consume”.
1-Juego de Tronos
Fuego valyrio, personajes insaciables, pasiones feroces, maquiavelismo, sangre a raudales, tumultuosas profecías, criaturas imposibles… Cuando pregunté -como fuente para este artículo- a mis diversísimos seguidores por la serie que más me identificaba, me encontré con una -no tan- sorprendente unanimidad: Juego de Tronos.
“Cuando juegas al juego de tronos, ganas o mueres. No hay término medio”.
Tan arrebatada y violenta que te llega hasta las costillas. La adaptación televisiva de la saga de fantasía Canción de hielo y fuego, de George R. R. Martin, narra la épica lucha por gobernar Poniente mientras una amenaza atávica se cierne sobre los Siete Reinos.
Nunca perdonaremos sus últimas temporadas, pero nos dejó algunas de las mejores escenas de la historia de la televisión: Arya Stark cumpliendo su venganza, Jon Snow desenfundando su espada en la Batalla de los Bastardos, Cersei Lannister haciendo saltar por los aires el Septo de Baelor, Daenerys Targaryen renaciendo del fuego con sus tres dragones. Hace algún tiempo leí: “El mundo debería agradecer que no tenga un dragón”. Y lo suscribo. Porque aunque Lannister, yo sería de Dracarys fácil.
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