Otoño que abre la puerta: guía cálida (y real) de las tendencias 2025/2026

El otoño nunca entra de golpe: primero cambia la luz, luego el aire, después los tejidos. Guardamos el lino sin decirlo en voz alta, y un día cualquiera nos descubrimos con una chaqueta sobre los hombros. La ciudad se tiñe de marrones, el café vuelve a ser caliente y el armario empieza a hablar otro idioma.

En ese tránsito, las pasarelas ya han marcado el camino: las tendencias otoño-invierno de 2025/2026 no son caprichos pasajeros, sino gestos que reescriben lo conocido. Volúmenes que protegen, estampados con memoria, colores que reconfortan. Entre ellos, algunas piezas llamadas a quedarse —el abrigo masculino, el estampado leopardo, la eterna leather jacket—, porque más que moda, son maneras de habitar la estación.

Abrigos que pesan como estaciones

El abrigo inaugura siempre la temporada: basta con verlo ocupar escaparates para entender que el otoño ya está aquí. En 2025/2026, lo hace con siluetas oversize masculinas, hombros rectos y largos que envuelven sin pedir permiso.

En Max Mara, los neutros lo convierten en refugio; en Balenciaga, el volumen roza la escultura; en The Row, la fluidez minimalista lo vuelve eterno. Y junto a ellos, la capa reclama espacio: bohemia en Chloé, afilada en negro absoluto en Saint Laurent.

Los abrigos no sólo abrigan: escriben la primera frase del invierno.

La fuerza de las prendas (más allá del abrigo)

Si el abrigo abre la estación, el resto de prendas dibuja su lenguaje. Este otoño 2025/2026, la silueta se mueve entre la disciplina de la sastrería y la suavidad de lo íntimo, en un equilibrio que marca el paso.

Estilo ejecutivo y sastrería

La sastrería vuelve con poder renovado. Saint Laurent recupera la americana oversize en negro absoluto, mientras que Prada y Gucci reeditan la falda lápiz con un aire más sensual que burocrático. En street style, Alexa Chung o Hailey Bieber han demostrado que basta una blazer masculina para convertir un vaquero en uniforme.

Faldas con vuelo

Frente a la línea recta, el volumen. Valentino y Carolina Herrera apuestan por faldas midi con dramatismo ligero, que se mueven con cada paso. En el street style, encuentran equilibrio con botas altas o mocasines, transformando lo performático en cotidiano.

Granny cardigan

La rebeca clásica se convierte en protagonista inesperada. En Miu Miu aparece junto a minifaldas y medias, mientras en el norte de Europa se combina con denim oscuro y bolsos rígidos. Una prenda heredada que vuelve a sentirse cool.

Slip dress en layering

El vestido lencero sobrevive al verano y se adapta al layering. Jacquemus lo combina con botas y abrigos fluidos; en TikTok se viraliza con camisetas y botines. Sensual y práctico a la vez, redefine la idea de fondo de armario.

Polo de rugby

Un outsider que se consolida: el polo de rugby llega como alternativa al jersey clásico. Loewe lo reinterpretó en rayas arquitectónicas, mientras que el street style de París lo mezcla con falda lápiz o pantalón de pinzas, aportando un aire deportivo inesperado. En España, Smoda ya lo ha señalado como pieza clave del entretiempo.

Cuello de tortuga

Eterno y funcional. Fino, ligero, capaz de desaparecer bajo una blazer o un abrigo, pero siempre aportando elegancia. De Audrey Hepburn a hoy, sigue siendo el básico que sostiene la estación.

Todas estas piezas —de la blazer con hombreras al slip dress, del granny cardigan al polo de rugby— marcan el tono de un otoño que no se conforma con un solo registro. Es fuerza y ternura al mismo tiempo, disciplina y comodidad. 

No son novedades pasajeras: son los gestos con los que la temporada encuentra su voz.

Calzado y accesorios: el detalle que marca el paso

Si las prendas construyen la silueta, los accesorios y el calzado ponen el acento. En las pasarelas y en el street style, son ellos los que marcan el ritmo de esta temporada.

Mocasines (del chunky al soft loafer)

Los mocasines confirman su lugar como zapato clave. Prada y Miu Miu insisten en la versión chunky, con suelas gruesas y calcetines a la vista. Pero gana terreno el soft loafer: más estrecho, ligero, pensado para alargar la silueta sin perder comodidad. En Copenhague y Milán ya se ven como uniforme diario.

Botas slouchy y con carácter

Las botas no se quedan atrás. En Chloé y Altuzarra reaparecen las versiones altas y flexibles, las llamadas slouchy boots, que aportan movimiento al caminar. También se habla de botas tipo pirata, teatrales y con guiño histórico. Son el contrapunto dramático a los mocasines urbanos.

Bolsos slouchy

El gesto relajado también llega a los bolsos. Grandes, blandos, con caída natural, como si se deshicieran sobre el brazo. Bottega Veneta y Loewe ya han apostado por esta silueta más desestructurada, que convive con bolsos rígidos y mini formatos. El slouchy bag es el nuevo aliado del día a día.

Dorados XL

La joyería crece en tamaño y protagonismo. Chanel y Bottega Veneta apuestan por pendientes y collares dorados capaces de transformar un look neutro en declaración. En redes, se imponen como el detalle que convierte un básico en memorable.

Cinturones que ordenan

El cinturón deja de ser secundario: ceñido sobre blazers o abrigos oversize, estructura la silueta. Dior lo mostró sobre vestidos vaporosos; en la calle se lleva tanto en cuero ancho como en metalizado.

Charms y colgantes

Los bolsos recuperan el juego. Prada, Chloé y Etro apuestan por charms, muñecos y objetos colgantes. Son detalles pequeños pero virales, que traducen la seriedad de la sastrería a un lenguaje más lúdico.

El otoño 2025 demuestra que no basta con la prenda: el zapato y el accesorio son el signo de puntuación del look. Un mocasín puede restar rigidez a un traje, un cinturón puede domesticar un abrigo oversize, un pendiente XL convierte un básico en algo señalable. En las últimas tendencias, los detalles no adornan: dictan el outfit.

Colores y estampados: el pulso gráfico de la temporada

El otoño no se entiende sin una nueva paleta, ni sin esos motivos que reaparecen para marcar carácter. En 2025/2026, los colores hablan de contraste —profundidad frente a energía— y los estampados viajan entre la memoria y lo inesperado.

Marrón chocolate, el nuevo negro

Cálido y profundo, el marrón se confirma como el tono central de la temporada. En Hermès, lo vimos en abrigos que parecen diseñados para durar décadas; en Ferragamo, en total looks de cuero que respiran sofisticación; y en Schiaparelli, elevado a lujo táctil. En la calle ya se combina con beige, denim oscuro y negro absoluto, demostrando que es mucho más versátil de lo que parece.

Azul Klein, golpe eléctrico

Entre los neutros, el azul Klein irrumpe como contraste. Balenciaga lo llevó a abrigos oversize, mientras que Loewe lo reservó para accesorios que cortan la sobriedad. En alfombras rojas recientes, Dua Lipa y Zendaya lo han confirmado como color estrella: vibrante, magnético, imposible de ignorar.

Lunares, memoria reinventada

En Purcuapà Magazine ya lo adelantábamos en De Hollywood a TikTok: la vida secreta de los lunares: no regresan, se reescriben. En pasarela, Dior los convierte en transparencias románticas, Jacquemus los exagera en dots XXL que flotan con el aire, y Miu Miu apuesta por microdots juguetones. En el street style, se llevan con botas de motorista, denim ancho y mezclas inesperadas, confirmando que ya no son retro, sino lenguaje contemporáneo.

Leopardo, de tendencia a clásico

El estampado leopardo vive su tercera temporada consecutiva y se consolida como básico del armario. Dolce & Gabbana sigue explotando su vertiente sensual, pero en el norte de Europa aparece reinterpretado sobre abrigos amplios y jerséis grises, más sobrio, más cotidiano. De Kate Moss a las insiders de Copenhague, se confirma: el leopardo ya no es tendencia, es uniforme.

Serpiente, el nuevo animal print

Más pulida que el leopardo, la piel de serpiente entra como novedad. En Fendi y Bottega Veneta, la hemos visto en botas altas y camisas de aire ochentero. Con su textura brillante y sofisticada, aporta dramatismo sin caer en lo excesivo.

Tartán, clásico con filo

El tartán nunca se ha ido, pero cada temporada cambia de registro. Vivienne Westwood lo convirtió en bandera punk, y ese eco aún late en 2025. Este año, Burberry lo trabaja en abrigos oversize y blazers cruzadas, mientras que Altuzarra lo adapta a faldas midi urbanas. Ya no se limita al uniforme en rojos o verdes: aparece en tweed ligero, mezclas con cuero y cortes renovados. En el street style, se combina con botas robustas o slip dresses, probando que el cuadro escocés también sabe ser contemporáneo.

Quizá el otoño sea esto: elegir un abrigo que te arrope, un color que te acompañe, un estampado que te haga sonreír al espejo. Más que moda, son rituales para cruzar los meses fríos con belleza y calma. 

Porque al final, entre tantas tendencias, lo que queda son esos detalles que se vuelven propios.


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